martes, 25 de febrero de 2014

Sombra

El viento gime con miedo
gritando para que huyas
mas tú sigues, solitaria,
observando el caer de la lluvia.

¿Qué te ha pasado preciosa?
¿Quién rompió tu corazón?
Estás tan fría, tan sola,
tu mirada se apagó.
Y en medio de la blanca niebla
ya no se escucha tu voz.

Una lágrima en silencio
va besando tus mejillas.
Tu cuerpo helado tirita
y te arden las heridas.

¿Por qué no corres princesa?
¿Cuánto más vas a esperar?
Estás sufriendo y no gritas
mas se siente tu pesar.
Te rendiste a la tristeza
y te negaste a luchar.

Tu cuerpo golpea la hierba
que te acurruca en silencio.
Y tu respiración cesa,
ha llegado ya el momento.

¿Qué te ha pasado preciosa,
que no quisiste correr?
Te has marchado mariposa,
tus alas no van a volver.
Y en medio de la blanca niebla
ya no se escucha tu voz.


Bueno, pues hoy os he traído otra poesía que he escrito, la cual acabé convirtiendo en canción. Es un poquito triste, lo sé, pero no por ello deja de ser bella :)

martes, 18 de febrero de 2014

Dolor...

Hoy va a tocar 2x1, esto es para aquellos que no les guste mucho lo dulce, así compensa lo de antes. A ver qué pensáis...

La chica caminaba arrastrando los pies. Mantenía agachada la cabeza, mirando siempre al suelo, con los brazos pegados al cuerpo y las manos en los bolsillos de la chaqueta, intentando pasar lo más desapercibida posible. Siguió a la enfermera por los pasillos, con el comportamiento de una oveja resignada, dirigiéndose al matadero, conociendo el final que le esperaba. De pronto pararon frente a una puerta y la mujer le miró con firmeza, casi con desprecio.
- Espera aquí - le dijo llamando a la puerta.
Laura pensó en irse, en correr, dejarlos allí a todos con sus ganas de ayudar. Pero no pudo. Al instante la puerta se abrió. En el interior había una mujer joven, de unos treinta y tanto años, que sonrió al verle. Ella pasó y cerró la puerta. La mujer la invitó a sentarse frente a su escritorio, sentándose ella al otro lado, y la interrogó con la mirada. La chica bajó los ojos y se removió inquieta.
- ¿Qué ha pasado? - le preguntó. Había cierta tristeza en su voz.
Una lágrima cayó del rostro de la muchacha, que ni siquiera se molestó en secarla.
- Laura... - volvió a hablar, siempre con dulzura.
- No puedo más - susurró ella-, me hundo...
Comenzó a llorar en silencio. La mujer se levantó y se sentó en una silla a su lado, orientándola hacia ella.
- ¿Por qué no me has llamado?
La chica continuó callada. Las lágrimas no paraban de caer. Al no obtener respuesta, la mujer volvió a preguntar.
- ¿Desde cuándo estás así? - fue casi un susurro, lleno de tristeza.
Laura levantó la cara y sus miradas se cruzaron.
- Yo... - intentó responder - lo siento Alicia.
- No me pidas perdón a mí, pídetelo a ti, eres tú la que sufres las consecuencias. Creí que eso había quedado claro.
- No quería decepcionarte, después de tanto trabajo... Estabas tan feliz de que por fin me fueran bien las cosas... No fui capaz. No quería que pensaras que no me estaba esforzando, que no luchaba por estar bien. Además, estabas ocupada, ya has gastado mucho de tu tiempo por mi culpa.
Alicia se acercó más, secó las lágrimas de la chica con un pañuelo y le cogió las manos.
- Laura, estoy aquí precisamente para eso, para darte mi tiempo. Y me parece muy mal que todavía no lo hayas interiorizado.
Se quedaron las dos en silencio. La chica, avergonzada, con la cabeza agachada de nuevo.
- Bueno y ¿hasta dónde ha llegado esto? Has dejado de comer ¿no?
Laura negó con la cabeza y al ver que la mujer seguía mirándola, esperando una respuesta se decidió y lo soltó.
- Me he cortado.
- ¿¡Que has hecho qué!? - se sorprendió Alicia.
- Pues eso, que... que me he cortado...
- ¿Cuándo?
- Desde verano... dos veces - acabó admitiendo la chica, volviendo a llorar.
- ¿Ha sido la primera vez?
La chica permaneció callada un momento y se hundió más en la silla.
- No. No te lo conté porque lo había dejado hacía tiempo y no le di importancia...
La mujer sujetó una de sus manos y estirazó el brazo de Laura, subiendo su manga. Aparecieron cinco cortes, totalmente definidos, rojizos, en contraste con la piel blanca de ella.
- ¿Por qué no me lo has dicho hasta ahora? ¿Por qué me has mentido diciendo que todo estaba bien cuando te estabas hundiendo?
La mujer acarició los cortes con cuidado, sintiendo estremecerse a la chica. Volvió a bajar la sudadera y agarró con fuerza la mano.
- Ya está bien, Laura. Ya es suficiente. No más mentiras ¿vale? Quiero que confíes en mí. ¿Hay algo más?
- No.
- ¿Estás segura?
Ella asintió y limpió sus lágrimas por primera vez.
- Ya no puedes cambiarlo - le susurró al oído -. Pero nunca más. Quiero que pares. Quiero que cambies y que interiorices que siempre voy a estar dispuesta a escuchar tus problemas, a consolarte cuando estés triste. No te voy a juzgar, te voy a ayudar. Lo único que te pido es que hagas algo para mejorar. Mientras luches, me da lo mismo que sigas triste un día que mil, no quiero que me engañes con eso, que me sigas que estás bien por no ser una carga. ¿Me estás escuchando?
- Lo siento...
Entonces Alicia abrazó a Laura sintiendo cómo la chica se rendía en sus brazos, temblando por el llanto.

Te quiero

Bueno, tras otro tiempo sin poner nada hoy os traigo algo nuevo. Eso sí, no apto para diabéticos porque es demasiado tierno. Es una carta de amor que escribí para un concurso. Y aunque no he ganado me siento ganadora de la satisfacción de escribir algo así. Espero que os guste :P

Qué decirte, si cada vez que te miro, mis ojos te revelan lo que siento. Cómo hablarte, si no existen términos para expresar lo que pienso. Empezaré con sinceridad porque el amor, como tú dices, ante todo debe ser sincero. Quizás bastaría con decir te quiero, pero ¡son tan pocas palabras para declarar lo que llevo dentro! Ni cientos de libros repletos de ellas me valdrían para contar siquiera la mitad. Estoy atado a un lenguaje que me parece escaso pero, a falta de otra cosa, me ceñiré a lo que tengo, sabiendo que lo demás puedes leerlo en mi mirada, en el roce de nuestros dedos y en el calor de nuestros besos.
No cambiaría por nada el observar, cada tarde, cuando apareces por el parque, buscando mis ojos, el ver esa sonrisa tan brillante al encontrarme y al dirigirte hacia mí. Amo ese saltito que das cada dos pasos, mostrando la impaciencia por estar a mi lado. Y después, cuando por fin te hundes entre mis brazos, inspiras profundamente, te ríes y, cerrando los ojos, me dices lo mucho que te gusta mi aroma, volviendo a enterrar tu cara en mi pecho. Entonces rozo tu pelo con mis labios, dejando que sea tu olor el que me inunde a mí porque, aunque dices que no es nada especial, es lo más maravilloso que pudiera existir.
No sabes lo feliz que me hace que me cojas de la mano, el sentir el contraste entre la tuya, que siempre está helada, y el calor de la mía; que te acerques cuando hace frío y te pegues lo máximo posible buscando la calidez de mi cuerpo.
Me gusta ver cómo disfrutas paseando en silencio, observándolo todo a cada paso, luchando para que el viento no te despeine, si bien al rato acabas rindiéndote, dejando tu pelo volar a su favor.
Recuerdo con cariño esas tardes de invierno a la luz de la chimenea, tu cabeza apoyada sobre mí, dejándome acariciar tu pelo sintiendo cómo te estremeces y viendo como, poco a poco, te vas quedando dormida.
Estás preciosa siempre, y te lo seguiré recordando cuando te miras al espejo y frunces el ceño, arrugando la nariz de esa forma tan divertida, aunque luego te quejes y susurres que lo digo por decir.
Soy feliz al verte sonreír y nunca me puedo resistir a ello, porque te brillan los ojos, como dos estrellas iluminando mi vida, y se te forman esos hoyuelos en las mejillas, que tanto me gusta acariciar. Tienes una sonrisa tan bonita, tan sincera… Presente incluso cuando estás triste, dejando la pena arrinconada en tu mirada, oculta a cualquiera que no te conozca del todo.
Me encanta cuando estás haciendo algo concentrada y no te das cuenta de que empiezas a cantar, con esa voz tan dulce que tienes, y cuando te fijas en que sonrío escuchándote paras y te ruborizas por la vergüenza. Cariño, tienes una voz preciosa, que toca el alma, que llega al fondo de mi corazón. Con cada escala que entonas me estremezco, de la delicada belleza que creas con la melodía.
Estás tan hermosa cuando te quedas callada, mirando a ninguna parte, absorta en tus pensamientos, con esa expresión de ausencia, como dice aquel poema de Pablo Neruda que tanto te gusta y que tantas veces me has recitado.
Eres la armonía de mis días turbulentos, como la banda sonora de una película, donde cada nota a piano es capaz de hacerte viajar a lo más lejos. Mi apoyo, mi compañera, mi canción. Siempre dispuesta a regalarme tu tiempo, tu esfuerzo y tu dedicación.
Eres como esa flor en medio del a veces complicado camino de la vida, que hace sonreír al cansado viajero y, con su sola presencia, le da energías para continuar.
Podría seguir hablando horas y horas de lo increíble que eres y lo maravilloso que es tener la suerte de estar a tu lado. En lugar de eso quiero agradecerte lo mucho que has hecho por mí, ese cariño que me das, desde que sale el sol hasta que se esconde y por iluminar mi vida con tu alegría.
En este día quiero que sepas lo importante y lo especial que eres para mí y que no quiero perderte porque eres única. Hoy empieza una nueva etapa, comenzamos un camino juntos y sé que no será siempre fácil. Habrá momentos duros, baches que tendremos que superar, conflictos que resolver... pero que esto no nos amedrente, que los momentos de debilidad y dificultad sirvan para unirnos más, para crecer en una misma dirección en amor y unidad, como uno solo.
Quiero pasar el resto de mis días junto a ti, compartirlo todo contigo, apoyarte en cualquier momento y ser la pieza del puzzle que te complete. Por eso hoy decido adornar tu delicada mano con una alianza eterna, que nos une para siempre, hoy doy este paso porque te quiero, con tus virtudes y tus defectos, porque me haces sentir especial y porque ya no soy capaz de imaginar mi vida sin ti.